Enormes murales reivindicativos decoran la escuela rural Vanguardia, un espacio de jardines muy cuidados donde se suceden los salones académicos, el comedor, los dormitorios, una panadería, las salas de danza, los despachos y una enorme cubierta. Las escuelas rurales nacieron en los años veinte, al tiempo que se impulsaba la reforma agraria y se ponía la mirada en el desarrollo de las comunidades indígenas y campesinas. Formar maestros que dinamizaran su entorno fue una aspiración de muchos países por aquel entonces. En México se parieron laicas y vinculadas al proceso revolucionario que se vivía en el país, muy politizado.
Con el correr de las décadas, estos centros fueron perdiendo presupuesto y en los años cuarenta, gobiernos conservadores las desposeyeron de algunos rasgos originales, como la coeducación, razón por la cual existen aún escuelas solo para hombres o solo para mujeres, como la de Tamazulápam.